32
Hoy cumplo 32 años, ni más ni menos. La idea no me encanta, hace tiempo que prefiero las temporadas a los años. Pero para no centrarme en que son muchos, en que el DNI no miente y que soy lo que en todas las sociedades y generaciones de la historia se conoce como un adulto hecho y derecho, y sobre todo en que este cumpleaños pone un clavo más en el ataúd de mi sueño de jugar en el Real Madrid, me ha dado por comenzar a elucubrar acerca de este número, que resuena a autobús Pavones - Benavente. El 32 es como esa chica bonita, educada y discreta, que no llama la atención y se junta con otras dos más exuberantes y populares. El 31 es sinónimo de Nochevieja, de nómina, de alegría y de ilusión por lo nuevo. Y el 33 es preciosa iteración, tercio infinito, los años de Cristo y, crucemos los dedos, Fernando Alonso y su Aston Martin. Sin embargo, yo me quedo con el 32. Número ingenieril, de tarjeta de memoria, construido por multiplicación de doses, como un equipo pequeño sacando un defens...