¡Españoles, a las barras!

No es ningún secreto que España es un país con cada vez menos elementos vertebradores. Banderas, himnos, regionalismos y hasta el mismo concepto de nación son siempre discutidos y motivo de enfrentamiento. La política cada vez se centra más en la minoría y la división que en lo común, lo que está consiguiendo que poco a poco se esté erosionando el último gran consenso, la Transición.

Pero no todo está perdido. Un conjunto de pequeños reductos de patria se mantienen en pie, inasequibles al desaliento, diseminados por todo el territorio. No son los ayuntamientos, ni las delegaciones de hacienda, ni iglesias, colegios u hospitales; como bien supo identificar Isabel Díaz Ayuso, los cimientos de España son sus bares. Y sí, a mi me tocan la fibra sensible y me reafirman como todo un patriota.


¡Jefe, una caña!

Los que alguna vez hemos vivido fuera de España lo sabemos por experiencia , y los que no pueden convertir su intuición en certeza muy fácilmente: si alguna mañana tonta de domingo, mientras desayunas en el sofá te encuentras con un Madrileños por el Mundo mientras zapeas, puedes apostar todo tu patrimonio a que cuando Paqui pregunte "¿qué es lo que más echas de menos de Madrid?", la respuesta va a ser "la familia, y las cañas con los amigos". Como decían aquellas señoras del baptisterio romano del siglo primero, ¿a quién no le va a gustar? 

Hay que tener cuidado, eso sí, porque si nos centramos en el estar con los amigos o en lo ricas que están las tapas, vamos a estar mirando los árboles y no el bosque de la importancia del bar. Sabemos que la globalización y la tontería son imparables, y poco a poco se van infiltrando en nuestras vidas gastrobares, pubs, y cafés de pitiminí que olvidan los elementos fundantes del bar español, que no son otros que:

  1. En un bar se puede desayunar, almorzar, comer, merendar, cenar, tomar copas y recenar. Si el establecimiento cierra en algún momento del día es por imperativo legal, pero compite en todas las franjas horarias.
  2. El bar tiene una barra con taburetes altos y un expositor de cristal donde puedes encontrar boquerones, cinta de lomo, napolitanas o todo a la vez.
  3. Las servilletas son impermeables. 
  4. El establecimiento tiene por lo menos un parroquiano.
  5. Si no encuentras al parroquiano, es que eres tú.

Ya definida la estructura base, tenemos también otras posibilidades adicionales que, aunque no estrictamente necesarias, visten y mejoran la experiencia, como: 

  • Churros por las mañanas
  • Máquinas tragaperras
  • Tapa de paella los domingos
  • El Marca
  • Currantes desayunando Soberano

Los bares son pequeños termómetros de nuestra sociedad, lugar de confluencia de clases y de tertulia ligera. Acogen al extranjero a ambos lados de la barra, y son a la vez lugares de paso y de raíz. Igual que uno no entiende el Reino Unido hasta que entra en un Wetherspoon’s, un español que se precie debe conocer, respetar y proteger el bar, ya que es ahí donde realmente residen la sabiduría, la gracia, la tradición y en definitiva la esencia de nuestro país.

Os cuento todo esto en parte porque, esta mañana, un sudor frío ha recorrido mi espalda al ver cerrado el bar de Lucas desde mi ventana. Cruzo los dedos porque sea algo temporal, pero no he podido evitar acordarme de esa canción de Sabina. Así que desde el corazón os digo: ¡españoles, a las barras!

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